Solo cuando lo percibimos el tiempo existe. Y en ese no-estar, el pasado constante se mezcla con el perpetuo presente de la mirada. Es ahí, cuando el objeto cobra vida.
El sujeto de la fotografía -el sol- ha trascendido la idea de que las cosas fotografiadas son una imagen del reflejo de la luz en el objeto. Esta vez, la propia fuente luminosa, ha venido físicamente a dejar su huella sobre la pieza final.
Luz y tiempo provocarán un cambio tan poderoso en los haluros de plata, que nada de lo que conocemos será igual. Una señal que nos lleva a otra manera de pensar.
Un proceso de creación, destrucción y transformación. Todo sucediendo dentro de la cámara.
Solarigrafías. Fotografía sin cámara ni revelado. Con la Solarigrafía ensayamos la lentitud, aprendemos a esperar y olvidar, para conseguir ver cosas que a simple vista no podemos.